¿Alguna vez te has descubierto a ti mismo contando calorías? Si la respuesta es sí, no estás solo. Conocemos muy bien ese miedo, ansiedad o frustración que resulta de este hábito de contar calorías y no “cumplir” con la meta -muchas veces- autoimpuesta e imposible de sostener.
Contar calorías es muy común entre las personas que siguen un régimen alimenticio estricto, sin embargo, es una práctica que no sólo dicta las elecciones alimenticias, sino que impacta en nuestro estado de ánimo y autoestima, y que al final se termina convirtiendo en una batalla entre nuestro estómago y la calculadora.
Más allá de contar calorías, lo importante es aprender a escuchar a nuestro cuerpo, comer alimentos que realmente nos nutran y guiarnos de una forma más intuitiva y orgánica a la hora de alimentarnos.
Aquí te dejamos cuatro razones para dejar de obsesionarte con las calorías y empezar a hacer elecciones más saludables y equilibradas.
1.-Las etiquetas pueden estar equivocadas
Apenas hace unas semanas se aprobó en México la NOM 051 sobre el etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas, esto quiere decir que habrá un mayor control en el etiquetado frontal de alimentos y bebidas que informen sobre el exceso de nutrientes críticos que contengan, azúcares, grasas trans, grasas saturadas, sodio y contenido energético. Esta ley se aprobó luego de mucha presión, pues muchos alimentos no tienen claridad respecto a los azúcares añadidos, sal, grasas trans y calorías totales.
Esta Norma es muy importante, pues muchas veces, el número de calorías en una etiqueta es un promedio, o incluso una estimación de las calorías que realmente contiene el producto debido a variaciones en los ingredientes y al procesamiento. Más que evaluar las calorías, evaluemos la calidad de los alimentos.
2. Contar calorías es una pérdida de tiempo
Si alguna vez has sido esclavo de las calorías, entonces sabes lo que implica llevar un registro de todo lo que comes. Debes anotar toda la información de los alimentos (qué y cuánto), luego buscar las calorías y conectarlas a una calculadora en línea para saber los totales.
Pero el verdadero costo es el tiempo mental y la energía que inviertes en hacer todos los días este calculo que no te permite ni disfrutar de los alimentos “saludables”. Si por ejemplo: debes consumir 1, 000 calorías al días, tu cabeza siempre está pensando en qué comida sigue y cómo la vas a racionar para llegar a la meta. El tiempo que inviertes en hacer este ejercicio no se recupera y tampoco es productivo, mejor comienza a disfrutar los alimentos, a disfrutarlos y a hacer unos minutos en tu agenda para hacer la actividad física que más te gusta.
3.-Restringes muchos alimentos
Muchas veces eliminamos de nuestra dieta alimentos que son saludables sólo porque tienen mayor contenido de grasas o bien, porque son más altos en calorías. No tomamos en cuanta sus beneficios, nutrientes o vitaminas y acabamos restringiéndonos de alimentos que sí nos gustan, no están procesados y naturalmente son ricos en grasas como: el pescado, huevo, queso, mantequilla, aguacate, aceitunas, nueces y semillas.
Si se te antoja y hay beneficios al comerlo ¿por qué limitarte?
4.- Las calorías no te aseguran la calidad de un alimento
Contar calorías es pura matemática. No estás analizando el verdadero valor nutricional (o la falta de él) de los alimentos. No puedes juzgar un alimento por su capacidad para nutrir su cuerpo sólo revisando sus calorías.
Necesitas evaluar sus macronutrientes: proteínas, carbohidratos y grasas. Las proteínas y carbohidratos proporcionan 4 calorías por gramo, mientras que la grasa es dos veces más densa en energía y proporciona 9 calorías por gramo. Contar calorías muchas veces te lleva a elegir alimentos bajos en grasa porque también son más bajos en calorías.
Pero bajo esa lógica, las dietas bajas en grasas y proteínas (y altas en carbohidratos) son insatisfactorias por las fluctuaciones de azúcar en la sangre, los antojos y la necesidad de emplear más fuerza de voluntad para cumplir “la dieta”.
Lo ideal es comer alimentos enteros y sin procesar, que proporcionen proteínas adecuadas, grasas abundantes y carbohidratos moderados que mantengan el azúcar en la sangre estable.